Toyi Pereira

 

trayectoria

Hay paisajes abiertos al sueño y horizontes y tierras a los que apenas llega el murmullo del rio. Son paisajes entregados a un cielo raso absorto en el silencio. La mirada de Toyi Pereira va unida desde niña a esa Zamora universal e íntima que pinta, teje, desteje y graba en su obra. Nacida para el arte, pronto despierta en ella una vocación que tiene en la naturaleza de su entorno a su mejor aliado.

Graduada en Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, asiste en años posteriores a cursos en talleres de artistas donde se trabajan las distintas técnicas que despiertan su interés. Se inicia en el diseño gráfico y el grabado y busca investigar nuevas formas de expresión a través de la técnica del tapiz que cultiva en su vertiente más artesana del alto lizo. Todo ello configura una trayectoria artística ininterrumpida hasta hoy, cuando retoma de nuevo la pintura con mayor dedicación.

En las primeras pinturas sobre tabla, los ritmos ondulados y una sencilla signografía cósmica trazan una sinfonía de estrellas a las que acompañan siluetados de infancia. En la década de los setenta celebra las primeras exposiciones. Los paisajes experimentan con el paso del tiempo sensibles variantes, si bien permanecen fieles a una composición esquemática donde la tierra se va metamorfoseando en una tupida red de pequeños núcleos que adquieren, en virtud de color, una intensa fuerza expresiva. De los azules, verdes y amarillos suaves, al encendido en rojos o violetas intensos, la paleta incluye ahora timbres agudos e incluso broncos con resonancia expresionista. Todo un mundo abigarrado y hormigueante crece y se prolonga sobre la superficie de amplios marcos que dejan de ser contorno y entran a formar parte de la obra.

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En los años ochenta se traslada a Barcelona para aprender tejeduría de alto y bajo lizo. Por un tiempo se dedica con intensidad a esta nueva manifestación artística aunque nunca abandona la pintura, la ilustración, la serigrafía o el diseño gráfico. A los tapices precedía un laborioso proceso que abarcaba desde la elección de distintos materiales, algodón, yute, lino, seda, lanas en calidades y grosores varios, al teñido artesano de las mismas en madejas que aireaba al sol. Alternaba en ellos el tejido liso con anudados en relieve y flecados que rompían la uniformidad del soporte. Hallándose el conjunto sometido a intima unidad de materia, composición y armonía cromática. Un mínimo de elementos sensiblemente controlados: tierras secas y color restringido configuran una poética esencial, casi minimalista.

Rosa Martinez de Lahidalga destacaba en estos paisajes tejidos la capacidad de ensimismamiento contemplativo y el despojamiento que condensan. Antonio Gamoneda hablaba de la economía descriptiva a la que se hallan sometidos, así como de su opción por “esa serenidad horizontal que, inevitablemente se desprende de la insinuación de un horizonte”. El gran pintor de esencias constructivistas que fue José María Iglesias no dudaba en manifestar: “Digo muy sinceramente que estas obras de Toyi Pereira poseen una gran corrección de factura. Muy poco o ningún énfasis y una voluntad poética que ennoblece su también evidente propósito decorativista“ y encontraba en su técnica textil el pretexto para realizar cuadros, al modo de pinturas, enriquecidos por las posibilidades del nuevo material.

Barcelona, Mallorca, Madrid y Zamora son puntos de referencia en su itinerario artístico. Aun cuando no es artista que abunde en exposiciones, ha celebrado destacadas individuales y participado en importantes colectivas de pintura y tapiz, como lo acredita su presencia en la Bienal Internacional de Florencia el año 2002, para la que fue seleccionada dentro del escaso número de artistas que representaron a España en la citada muestra. Ha dedicado a su vez, casi dos décadas, a la enseñanza como profesora de dibujo y plástica.

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En la obra gráfica, junto a la vena onírica ofrece una referencia real del paisaje urbano. La ciudad, ensoñada en tintas rojas, rosas, verdes o violetas, llega envuelta en ecos de infancia que ponen marco a ciudades emblemáticas como Toro y Zamora, donde la mancha monumental de sus arquitecturas siluetea el espectro de un pasado histórico tan rico como profundo.

La obra de Toyi Pereira posee en su conjunto una identidad expresiva incuestionable. Fiel a la sabiduría del silencio, la alumbra un pulso que atempera con sutileza la experiencia de la vida y la contiene en el cauce de su vertiente poética.